La revolución cognitiva en la psicología (que comenzó a principios de los 60’) fue lo que inspiró la aproximación inicial de Bruner al proceso de educación: hubo un gran interés porque los alumnos construyeran sus propios conocimientos mediante el descubrimiento de los contenidos.
El planteamiento de Bruner estaba dirigido a los estudiantes de primaria y secundaria, para quienes el docente debía conducirse como un guía, más que como un expositor de contenidos.
Sus estudios en el campo de la Psicología Evolutiva y la Psicología Social estuvieron enfocados en generar cambios en la enseñanza, que permitieran superar los modelos reduccionistas, mecanicistas del aprendizaje memorístico centrado en la figura del docente, y que impedían el desarrollo de las potencialidades intelectuales de los estudiantes. Estos modelos estaban fuertemente ligados a los conductistas, que concebían a los estudiantes como receptores pasivos de conocimiento.
Además, eran las épocas de la Guerra Fría. Bruner explica que tal guerra no sólo era ideológica y militar sino que era también “técnica”, ya que había vacíos de conocimientos y se culpaba a la escuela estadounidense de crearlos.
Ante la necesidad de educar para incrementar los avances tecnológicos, se realizó una reforma educativa en los Estados Unidos, a través de la cual las ciencias y las matemáticas fueron fuertemente impulsadas, y con ellas la utilización de la psicología cognitiva.
Los reformadores presuponían, como explica Bruner, que los alumnos vivían en una especie de “vacio educativo” sin que las enfermedades y los problemas de la cultura en general les afectaran.
Bruner se preocupó entonces por investigar ¿Cómo la cultura afecta la forma en que los niños desarrollan su aprendizaje escolar? Cuando a Bruner le proponen editar “Educación puerta de la cultura” (cuya tesis fundamental es que “La cultura forma la mente”) , el contexto era de preocupación sobre cuestiones como la producción y negociación de significados, sobre la construcción de un “yo “ y un sentido de la agencia, sobre la adquisición de habilidades simbólicas y especialmente sobre el “carácter culturalmente situado” de toda actividad mental.
Es entonces que el aprendizaje por descubrimiento surge como una alternativa a la manera tradicional como se venían impartiendo las clases, en una época en que algunas áreas del conocimiento como la física y la química estaban dando respuestas a los diferentes problemas sociales.
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